Los elementos de la noche
Bajo
el mínimo imperio que el verno ha roído
se
derrumban los días, la fe, las previsiones.
En
el último valle la destrucción se sacia
en
ciudades vencidas que la ceniza afrenta.
La lluvia extingue
el
bosque iluminado por el relámpago.
La
noche deja su veneno.
Las
palabras se rompen contra el aire.
Nada
se restituye, nada otorga
el
verdor a los campos calcinados.
Ni
el agua en su destierro
sucederá
a la fuente
ni
los huesos del águila
volverán
por sus alas.
Memoria
No
tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
A
lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
Quién
te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.
Luz
y silencio
Todo
lo que has perdido, me dijeron, es tuyo.
Y ninguna memoria recordaba que es cierto.
Todo lo que destruyes, afirmaron, te hiere.
Traza una cicatriz que no lava el olvido.
Todo
lo que has amado, sentenciaron, ha muerto.
No quedó ni la sombra, se acabó para siempre.
Todo
lo que creíste, repitieron, es falso.
Se hundieron las palabras con que empezó tu tiempo.
Todo
lo que has perdido, concluyeron, es tuyo.
Y una luz fugitiva anegará el silencio.
Éxodo
En
lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano y recibe la noche.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.